La magia de unas habichuelas sabrosas…

Receta de habichuelas guisadas dominicanas

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Las habichuelas dominicanas, hechas como van, sabrosas, cremosas y con ese color de atardecer caribeño que nos transporta a lugares de nuestra niñez y que nos arrebata, son un arte…casi magia…y al mismo tiempo fáciles de lograr si seguimos unas sencillas reglas, unos consejos simples.

Las habichuelas tradicionales dominicanas tienen sus trucos, para conservar el sabor original. Les recomiendo…

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Cocinar con «amor»…

Hola a todos,

Recuerdo desde pequeño escuchar la frase «cocinar con amor» y siempre lo vi como algo romanticoide y cursi que se refería a esas amas de casa entregadas y enamoradas totalmente de sus maridos a quienes guardaban su «comidita» caliente y bien acotejadita. Como típico macho varón dominicano en formación, en aquel entonces, rechace ese modelo como algo para mujeres y no fue sino hasta hace algunos años que retome el concepto, a fines de consideración.

Cocinar «con amor» es eso mismo que pensé y considere desde pequeño…pero no es solo eso, es mucho, mucho más. Cocinar con amor es cocinar con entusiasmo, es cocinar con interés y con ganas. Es querer hacerlo. Es emplearse con energia y motivación.

Muchas veces no estamos de animo o estamos muy cansados y la comida queda subida (salada) o bajita (desabrida) o sentimos que el sazon no dio la talla o que le falto algo y no hay forma de arreglarlo. Podria decirse que nos «falto amor». Nos faltó energia y dedicación para derramar en ese plato.

Personalmente y quizás para hacer más facil las cosas para mi (todavia el macho varón dominicano está vivo) he decidido llamar a ese sentimiento de otra forma. Siento a menudo el deseo de cocinar algo que deje a quien lo pruebe sin aliento, que piense que nunca ha comido nada tan sabroso, y si es posible, que le haga replantear su vida con respecto a la comida (No exagero) Es asi como me encuentro probando con sabores, ingredientes, hierbas y condimentos que despierten esas pasiones. Le llamo «cocinar con mala fe»…

Ahi tienen, cocinar con «amor» para mi, es cocinar con «mala fe». Y aunque suene paradójico, es la mismísima cosa!

Arturo